martes, 17 de febrero de 2009

La noche del lobo.

Descendemos indefensos por el aire
Ebrios de un mundo en desamparo
Perdidos como luciérnagas
En la noche del lobo.
En la humedad de sus fauces
Dormimos bajo el santo fuego
Del conjuro salvaje de la luna.
Dios nos mira con su único ojo
De nada ya sirve su resplandor.

A ti, en este día que has de iluminar, a pesar de tu extravío.

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