sábado, 27 de julio de 2013

No hay mayor tragedia

No hay mayor tragedia que la igual intensidad, en la misma alma o el mismo hombre, del sentimiento intelectual y del sentimiento moral. Para que un hombre pueda ser distintivamente y absolutamente moral, tiene que ser un poco estúpido. Para que un hombre pueda ser absolutamente intelectual, tiene que ser un poco inmoral. No sé qué juego o ironía de las cosas condena al hombre a la imposibilidad de esta dualidad en grande. Para mi mal, ella se da en mí. Así, por tener dos virtudes, nunca pude hacer nada de mí. No fue el exceso de una cualidad sino el exceso de dos, lo que me mató para la vida.

Barón de Teive.

martes, 28 de mayo de 2013


                                     en el borde se deshacen las miradas

Sé Que Piensas en Mí

Sé que piensas en mí
porque los ojos se te van para adentro
y tienes detenida en los labios
una sonrisa que sangra largamente
Pero estás lejos
y lo que piensas
no puede penetrarme
yo te grito Ven
abre mi soledad en dos
y mueve en ella el canto
haz girar este mundo detenido
Yo te digo Ven
déjame nacer sobre la tierra.

De Homero Aridjis

martes, 7 de mayo de 2013

Tanto Como Puedas

Aún si no puedes ordenar
tu vida como quieres,
al menos intenta
no degradarla
en el demasiado contacto con el mundo,
con la demasiada actividad
y las demasiadas palabras. 
No la degrades llevándola de un sitio a otro,
sometiéndola a la cotidiana estupidez
de las fiestas y las relaciones sociales,
hasta que llegue a convertirse en una carga.

De Konstantinos Kavafis. 1905. 

sábado, 30 de marzo de 2013

Abrir la puerta

me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada


sería tan sencillo
si servirá de algo abrir la puerta
para que todo pueda cumplirse

me digo
abrir por fin la puerta
y asomarme y mirar
dejando que me lleven
los pasos y la sombras del camino
me pregunto si servirá de algo explicar
por qué no explico
cuando tanta palabra y confidencia
intentaron traducirme
y ponerme al descubierto

me pregunto
y andar por el patio
por el mundo entre la gente
abrir de par en par la puerta
para que todo pueda cumplirse
como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente
como la red y el roble que salvan la alegría al final del espectáculo
como el canto de las aguas y el susurro de la siesta
como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes reencontrados

la luz la noche la inocencia
el nombre que pasa entre las ramas
la puerta se abrirá enteramente
se abrirá por fin la puerta
por si alguno
quiere volver a entrar o salir
o curiosear entre mis cosas
o esperarme mientras vuelvo
y si tardo y no regreso
salir al viento
y olvidarme.

De Edgar Bayley

Canto del eterno

con mi nombre vengo con el verano hundido
con la perdida aniquilada faz del horizonte
que sucumbió con fingimiento y sol entre dos cuevas
vengo de ayer rodeado violento tajamar ardido
caída huella helada salmo de la primera hora errante inmóvil
y aquí aquí en un recodo del pobre domingo de tus ojos
blanqueado de durar solo secreto
camino fiesta de sed cada mañana
con mi nombre vengo y la estación y el rito
el laberinto el cuerpo esclarecido
sin deplorar la ausencia y la aridez y el rito
ciénaga ladrido círculo de fuego que envolviste
el ensueño frutal la despedida
qué muro final contiene la marea
y abate la victoria de la isla
con mi hora vengo con mi pasada guerra
a entregar los restos de la fiebre
aves de paso silencios piel del padre río
fantasma erosión de la vertida luz
salpicada de furias y de redes
y comunión de carne un solo vaso
colmado por la lumbre de tu infancia
innumerable fluir serena boca
y cubrirá otra vez el mar los labios
la memoria el deseo la presa cotidiana
con mi vida vengo con mi fondo
oscuro sin orillas prosiguiendo
en el hontanar en noche en alimaña
vengo a tu encuentro la cita ya tan lejos
la cita mujer toda la mano diste
para olvidar así tanto rocío
a cada instante se encienden nuevamente
las naves las estrellas novia mía red incesante
sortija ángel solo orilla helecho tempestad
paso luz espera desconcierto
porque al verano llegan el hijo y el hermano
el extendido brazo y la cuerda del aire
dormir dormir soñar porque no hay gancho
ni espuela ni facón ni llanto ni galope
no hay compostura me retraso me cambio me ilumino
y equivoco mi sombra lo sé me he dado cuenta
equivoco la vez el cauce la herramienta
y voy partiendo te amo tanto que te dejo
y te tomo de nuevo en otro viaje
o cristal o cuerpo o rama o embeleso
no puedo renunciar pregunto me desnudo
y aguardo al sol espero los milagros
del llamado imposible y el puente reconstruido


De Edgar Bayley.

miércoles, 30 de enero de 2013

Canción para los que saben


sabemos que hay que hacer algo inmediatamente
lo sabemos
pero naturalmente es demasiado pronto para hacerlo
pero naturalmente es demasiado tarde para hacerlo
lo sabemos

que realmente estamos bastante bien
y que así vamos a continuar
y que esto no sirve para nada
lo sabemos

que somos nosotros los culpables
y que  no es culpa nuestra que seamos culpables
y que somos culpables por ese mismo hecho
y que estamos hartos con ello
lo sabemos

que quizá no vendría mal callarse un poco
y que a fin de cuentas no vamos a callarnos
lo sabemos
lo sabemos

y que a nadie podemos ayudar verdaderamente
y que nadie verdaderamente puede ayudarnos
lo sabemos

y que somos tan inteligentes
y libres para elegir entre la nada y lo nulo
y que debemos estudiar este problema muy cuidadosamente
y que echamos dos terrones de azúcar en el té
lo sabemos

que somos enemigos de la opresión
y que los cigarrillos han subido de precio
lo sabemos


y que la nación se está metiendo en un tremendo lío
y que nuestros vaticinios se mostrarán ciertos
y que no sirven para nada
lo sabemos


y que todo esto es verdad
lo sabemos


y que sobrevivir no es todo sino muy poca cosa
lo sabemos


y que sobreviviremos
lo sabemos


y que todo esto no es nada nuevo
y que la vida es preciosa
y que eso es todo
lo sabemos
lo sabemos
lo sabemos perfectamente bien


y que lo sabemos perfectamente bien
eso también lo sabemos


Hans Magnus Enzensberger. De "Poesias para los que no leen poesias". Traducción de Heberto Padilla.