martes, 17 de febrero de 2009

La noche del lobo.

Descendemos indefensos por el aire
Ebrios de un mundo en desamparo
Perdidos como luciérnagas
En la noche del lobo.
En la humedad de sus fauces
Dormimos bajo el santo fuego
Del conjuro salvaje de la luna.
Dios nos mira con su único ojo
De nada ya sirve su resplandor.

A ti, en este día que has de iluminar, a pesar de tu extravío.

sábado, 14 de febrero de 2009

Chicas tranquilas y limpias con lindos vestidos

Todas las que conozco son putas, ex-putas,
locas. Veo hombres con mujeres
tranquilas, amables, los veo en los supermercados,
los veo caminando por las calles juntos,
los veo en sus departamentos: gente
en paz, viviendo juntos. Sé que su paz
sólo es parcial, pero hay paz,
a menudo horas y días de paz.
Todas las que he conocido son adictas a las pastillas,
alcohólicas, putas, ex-putas, locas.
Cuando una se va
llega otra
peor que la anterior.
Veo tantos hombres con chicas tranquilas y limpias
bien vestidas
chicas con caras que no son lobunas
o predatórias.
"No traigan más una puta por acá", les digo a
mis pocos amigos, " me voy a enamorar de una"
"No podrías estar con una buena mujer, Bukowski".
Necesito una buena mujer,
necesito una buena mujer,
más de lo que necesito esta máquina de escribir,
más de lo que necesito a mi auto, más
de lo que necesito a Mozart.
Necesito tanto una buena mujer que
puedo saborearla en el aire, puedo sentirla
en la punta de mis dedos,
puedo ver veredas construidas
para que sus pies caminen,
puedo ver almohadas para su cabeza,
puedo sentir mi risa que espera,
puedo verla acariciando un gato,
puedo verla durmiendo,
puedo ver sus pantuflas en el piso.
Sé que existe
pero, ¿Dónde está ella en esta tierra
mientras las putas continúan llegando?

Charles Bukowski.

jueves, 5 de febrero de 2009

agua llanto lluvia o río necesita

Lamento por el llanto de sim simmons

una mañana de otoño sim simmons
se levantó sin ojos como caídos a favor de la estación
“pero no importa” dijo
y se alisaba la memoria

“no importa realmente no importa” decía sim simmons
poniéndose árboles vacíos en las cuencas
a los que alimentó con estampidos
gritos olvidos silenciosas partes

nocturnos insectos portadores de muerte
rondaban por los árboles
“no importa” decía sim
desplegando sus tiernas alas

y volando todo alrededor del cielo
“si fuese una nube” decía “si fuese un halcón o catástrofe
lo que me come el corazón” decía
“te apagaste paloma” decía sim simmons sin llorar

“no tengo ojos para llorar” decía “y sin embargo debiera”
decía recordando que todo vegetal,
agua llanto lluvia o río necesita
para abrigar un tierno nido

así que sim simmons se puso a llorar
los árboles se le volaron
y otra vez tuvo ojos para mirar o ver o sufrir
y llorar sin dar comida a nadie

“me lo merezco” decía sim simmons tarde
“me lo merezco mucho” decía con los ojos ya secos
duros brillantes como sol
bajo la tierra de Alabama

dos ríos nacieron donde lo enterraron
uno hacia el norte otro hacia le sur
para memoria para olvido
y todo el mundo tuvo agua

pero sim simmons no:
miraba para abajo
ya merecido o muerto o triste
sin árboles sin árboles

Juan Gelman. Los poemas de Sidney West.

lunes, 2 de febrero de 2009

La destrucción de la idea de sí

Has venido, pues, a esta casa para destruir.
¿Qué has destruido en mí?
Has destruido, simplemente
–con toda mi vida pasada-
la idea que he tenido siempre de mi mismo.
Si hace mucho tiempo, pues,
que he asumido la forma que debía asumir
y mi figura era, en cierto modo, prefecta,
¿qué me queda, ahora?
Nada veo que pueda reintegrarme
a mi identidad. Te miro: no me oyes
con imparcialidad –porque no te divides en partes–
sino con sumisión –porque te das integro a cada uno.
Sin embargo, ¿cómo puede ser tan dura tu presencia consoladora
al extremo de manifestar casi una clara voluntad de desapego?
¿De que sirve consolarme si tú, queriéndolo,
podrías demorar, quizá para siempre,
tu partida? Pero has de partir:
acerca de esto no hay la menor duda.
Tu piedad está, pues, subordinada
a algún otro designio misterioso.
¿Acaso quieres decirme (sin hablar, simplemente
a través del hecho de que eres un muchacho)
que podrías ser reemplazado, ya sea
por mi hijo o por mi hija?
Propuesta totalmente insensata (preordenada,
acaso, por alguna oscura voluntad mía)
y sin embargo justa si, aunque realizada
(el miembro desnudo de mi hijo, la vulva desnuda de mi hija),
sólo fuera el símbolo: y si a través de ella
me exhortabas a la perdición más total,
a desquiciar la vida de sí misma,
a mantenerla de una vez por todas
fuera del orden y del mañana,
haciendo de todo esto la única normalidad real.
¿Quizá porque quien te ha amado debe
(como el resto de todos los hombres, quién no lo sabe)
poder reconocer a toda costa la vida,
en cada momento? ¿Reconocerla y no tan sólo
conocerla, o apenas vivirla?
¿Soy –dices generosamente, empleando mi trivial
lenguaje burgués–
las excepciones más impensables,
más intolerables, más alejadas de la posibilidad
de ser concebidas y nombradas,
las que se presentan como los medios más eficaces
para reconocer la vida?
¿Excepciones que, sin embargo,
no pueden ser sino símbolos
–si en la realidad, como toda cosa real,
están hechas de nada y destinadas a nada?

De Pier Paolo Pasolini. Teorema.