sábado, 16 de mayo de 2009

Era yo un pésimo poeta.

Sin embargo, era yo un pésimo poeta
Que no sabía ir hasta el fondo.
Tenía hambre
Y todos los días y todas las mujeres en los cafés y todos los vasos
Hubiera querido beberlos y romperlos
Y todos los escaparates y todas las calles
Y todas las casas y todas las vidas
Y todas las ruedas de los coches que giran en torbellino sobre los ruinosos empedrados
Hubiera querido hundirlas en una hoguera de espadas
Y hubiera querido triturar todos los huesos
Y arrancar todas las lenguas
Y licuar todos esos grandes cuerpos extraños y desnudos bajo sus vestidos enloquecedores…
Presentía la llegada del gran Cristo rojo de la revolución rusa…
Y el sol era una llaga maligna
Que se abría como una brasa.

Blaise Cendrars. Extracto "Prosa del transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también soy una pésima poeta...