sábado, 30 de agosto de 2008

XIII

Leve, leve, muy leve,
un viento muy leve pasa
y se va siempre muy leve.
Y no sé lo que pienso
ni procuro saberlo.

De Alberto Caeiro. "El Guardador de Rebaños."

jueves, 7 de agosto de 2008

Toter Christus de Hans Holbein



Yo Soy La Sangre.

Yo soy la sangre que manaba del precipicio de la existencia, soy la brújula y el desvarió de tantas jornadas de excesos y soberbia, yo he clavado mis palabras a la noche, en el insomnio del terror de una vida insignificante, paso tras paso se construye el extravió, paso tras paso vamos hundiendo esperanza y deseo. ¿Quien soy? ¡Oh Señor! Por que este sonido se me viene como suplica cuando vengo hasta ti, quien soy sino un extraviado en el sepulcro del padre, quien soy sino el errante que se adentra en el silencio de los muros del confín, …quien soy, sino el que te llama por tu nombre: ¡oh bestia insondable!, déjame abandonar este cuerpo de llagas, este desastre palpitante y doloroso, déjame caer en el cieno de mi conciencia que no te halla, que no te conoce, que no te descifra en el cielo bajo el signo del desolado, hunde la furia en esas gentes piadosas que desconocen el gozo de esta perversión, déjame clavar una daga de sangre en el ojo enorme de la noche, mientras cantamos la canción del amor traicionado.

Abridor de ojos.

Cuán semejante a un hombre, es el Hombre, que se levanta tarde
Y contempla los platos sucios de la cena
Y contempla las botellas, vacías también.Todo ello tragado durante el sordo «¿Cómo estás?» sin fin de la noche anterior
-Aunque un vaso contiene todavía un refresco espantoso-
Cuán semejante al Hombre es este hombre y su destino,
Aún borracho y tropezando entre los árboles amarillentos
Va a desayunar ron picado, sardinas y guisantes.

De Malcolm Lowry.

viernes, 1 de agosto de 2008

Respiro y diversidad.

Expuesto al dolor por demasiado tiempo
acabo harto,
de sufrir tanto,
y decido que me debo
una supervivencia; no es fácil:
decirte que tú
te mereces días mejores
después de la historia de tu pasado;
pero he visto a completos idiotas
seguir (por supuesto)
sin jamás considerar sus defectos;
a continuación dos tortugas se arrastran
por la tierra, palabras sucias arañadas
sobre sus espaldas…
pero apenas mejoran el horizonte.

de Madrigales de la pensión, Charles Bukowski.