domingo, 29 de junio de 2008

Saciedad de la Nada.

Descendió sobre nosotros la más profunda y la más mortal de las sequías de los siglos –la del conocimiento íntimo de la vacuidad de todos los esfuerzos y de la vanidad de todos los propósitos.

Alcancé la saciedad de la nada, la plenitud de ninguna cosa. Lo que me llevará al suicidio es un impulso como el que lleva a acostarse temprano. Tengo un sueño íntimo de todas intenciones.

Nada puede ya transformar mi vida. Si… si…Sí pero se es siempre una cosa que no aconteció; y si no aconteció, ¿para qué suponer lo que sería si fuese?


Extracto de "La educación del Estoico". Barón de Teive.

sábado, 21 de junio de 2008

Ezra Pound por Cartier-Bresson.

Ulteriores instrucciones.


Vamos, cantos míos, expresemos nuestras más bajas pasiones,
expresemos nuestras envidia por los hombres con empleo
permanente y ninguna preocupación por el futuro.

Sois muy ociosos, cantos míos,
temo que vais a acabar mal.

Os plantáis por las calles.
Haraganeáis en las esquinas y en las paradas de los autobuses,
no hacéis nada del todo.
Ni siquiera expresáis nuestras noble cualidades internas;
acabaréis muy mal.

¿Y yo? Me he vuelto medio loco.
Tanto os he hablado que casi ya os veo alrededor mío,
¡insolentes bestezuelas! ¡Sinvergüenzas! ¡Faltas de atavío!

Pero tú, canto, el más nuevo de todos,
aún no tienes edad para haber hecho mucho daño.
Te conseguiré una casaca verde en China
con dragones bordados en ella.
Te conseguiré los calzones de seda escarlata
de la estatua del Niño Jesús en Santa María Novella;
no vaya a se que digan que no tengo gusto
o que no hay sangre azul en la familia.

De Ezra Pound.

Este es el verso.

Te joden tu madre y tu padre.
Podrían no hacerlo, pero lo hacen.
Te llenan con los defectos que tenían
Y agregan algo extra, justo para ti.

Pero también ellos, en su momento, fueron jodidos
Por gente estúpida que usaban sombreros y abrigos pasados de moda,
Gente que la mitad del tiempo era sentimentalmente austera
Y la otra mitad, se agarraban del cuello.

El hombre le cede la miseria al hombre.
Y se hunde en las profundidades como una plataforma marina.
Sal de ahí lo más pronto posible.
Y tú mismo no tengas niños.

De Philip Larkin.
Tradución de Diana Dunkelberger y Marcelo Rioseco.

jueves, 12 de junio de 2008


El Hombre Espera.

El hombre espera
y sobre su espera el sol
quema su breve aliento,
los años pasan
y como un soplo la vida
se convierte en cenizas de lo eterno.
Con sed de todo
toma el camino inexistente
hace sombra,
su sombra es un recuerdo
el recuerdo un paisaje despoblado
y el paisaje un vacío
latiendo al fondo
como una ultima promesa.

El dolor por lo destruido.

Es necesario no escapar siempre a los terremotos. El dolor por lo destruido de un modo inmerecido y ciego es un dolor sin consuelo, y ninguna vida será suficientemente larga para asimilar del todo este dolor en el sedimento de lo familiar, que es lo que a uno le parece seguro.

Algunos se hacen sus propios terremotos, temperamentos atrevidos que están desgarrados por el miedo. Otros, como en el sueño, encuentran el camino que lleva a lugares amenazados, profetas que hablan en voz baja. Pero hay todavía víctimas que se aceptan en la violencia de su modo de vivir, que se marchan, se alejan, andan por el mundo hasta agotarse, hasta que la desgracia les acomete a ellos solos; y entonces para ellos todo ha terminado de un modo absurdo y sin sentido; sin sentido, es decir, sin testigos.

De Elías Canetti, La Provincia del Hombre.